México
En los relatos “El laurel de San Lorenzo” y “El dragón pragmatista”, Antonio Castro Leal nos ofrece su visión de la Revolución Mexicana y del positivismo porfirista, respectivamente, que constituyen toda una valoración de la mexicanidad. En el primero, el campesino Genovevo guía a una horda de revolucionarios desbalagados para saquear y ultrajar una pequeña población, al final es castigado con la horca; en el segundo, Aníbal Altozano, un estudiante de Filosofía, pretende, mediante el dominio de la Lógica, vivir de los tontos. Revolución y Lógica son entonces concebidas por el campesino y el estudiante como una legitimación del pillaje –“adueñarse de lo ajeno para tener […] lo que tenían los ricos”–, que Castro Leal identifica como un retorcido pragmatismo derivado del Positivismo porfirista. Aún más, como un ultraje a toda idea de nación y a la Filosofía misma –el ideal helénico. Con esta percepción, los dos relatos podrían leerse como la síntesis de la poética del autor y, al mismo tiempo, de la visión nacional de toda una generación.