Hortensia Naizara Rodríguez
Este artículo parte de la afirmación de que la obra poética del colombiano Jorge Artel (1909-1994) constituye un lenguaje de resistencias, más allá del complejo y político concepto de nación. No sólo porque Artel escribió en español con una mezcla variada de palabras africanas, sino también porque la textura que surge de sus textos poéticos es lo que W. Mignolo denomina el “bilenguaje”, que en este caso supera el concepto territorial demarcado por la lengua española. La poesía de Artel divulgada en las primeras décadas del siglo XX en Colombia – durante su exilio en 1948 y después del mismo – no se halla en comunión con los estándares de la gramática, pues está por fuera de los linderos de “la pureza del lenguaje”. Más bien se sitúa en la comprensión de la cultura inscrita en el cuerpo, en la piel y el inconsciente y descrita a través de un coloquialismo musical en diálogo con los ancestros. Pone de presente que las culturas no son artefactos fijos e impermeables. En este sentido la poética de Artel contradice los legados coloniales, sus metáforas e imágenes no frecuentes en el lenguaje poético convencional, ofrece una invitación al desorden desde la periferia que hoy nos permite relatar nuevas historias locales desde el Caribe colombiano, reconfigurando nuevos mapas lingüísticos, geografías literarias y paisajes culturales para la historiografía de la literatura colombiana.