Francisca Dos Santos
Descansa en las manos y en la mente del traductor la responsabilidad y autonomía de un trabajo milenario que ha atravesado generaciones, y ha dejado como herencia el conocimiento de diferentes pueblos y la reconstrucción de sus culturas a lo largo de nuestra historia. Reconstrucción hecha con base en valores morales e ideológicos pertenecientes a la formación y la visión de mundo de los traductores. El objetivo de nuestro artículo es esbozar una reflexión teórica en torno a la lengua y la identidad del traductor, manifestada en los trabajos de traducción literaria, donde hemos podido diagnosticar una interferencia mayor por parte del traductor-escritor, en su afán por lograr las equivalencias lingüísticas. La experiencia traductora, y principalmente estética, que utilizaremos para tal reflexión parte del análisis de algunos fragmentos de la obra Esau y Jacó, del escritor brasilero Machado de Asis, traducida en 2006 al español de Chile. En el análisis de las unidades nos deparamos con algunos problemas de la traducción, y según nuestra lectura, estos conforman importante material de reflexión lingüística y cultural. Finalmente concluimos con un debate en torno a la ética del traductor literario, y su complejo compromiso en la construcción de la cultura.