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Miguel Carrera Garrido
Apenas estudiado por la crítica, el teatro de Juan Benet presenta características que lo hacen digno de atención específica. Una de ellas es, sin duda, el humor. Mucho menos densa que su producción narrativa, la dramaturgia benetiana cultiva una profunda ironía y un talante desmitificador, palpable en su irreverencia y propensión a la parodia. Todos estos aspectos están en estrecha relación con la poética del Absurdo. No en vano, Benet era un devoto admirador de Samuel Beckett; su contribución es, además, contemporánea a la de los absurdistas. Resulta, en consecuencia, coherente estudiar ambas líneas en paralelo, y hacerlo a través del elemento humorístico. Dividido en cuatro amplios apartados, que oscilan entre lo abstracto y lo concreto, tal es el fin que persigue el presente artículo.
Barely studied by critics, Juan Benet’s theatre presents traits that make it worthy of specific consideration. One of them is, without any doubt, humour. Much less dense than his narrative production, Benetian dramaturgy enhances a deep irony and a demystifying perspective, visible in its irreverence and inclination to parody. All these aspects are in close relationship with the poetics of the Absurd. Significantly enough, Benet was a faithful admirer of Samuel Beckett; his contribution is, on the other hand, contemporary to that of the absurdists. Consequently, it is plausible to study in parallel both manifestations, and to do it through the humourous element. Divided in four big sections, which oscillate between the abstract and the concrete, such is the objective that the present article pursues.
