Este trabajo es el reflejo, por un lado, del largo camino que como pedagoga he recorrido hasta el día de hoy, y por otro lado, es el eco de dudas, hipótesis y convicciones que quisiera compartir con todos ustedes.
Como maestros, cada vez que cruzamos el umbral de nuestro salón de clases, comenzamos también una aventura existencial que necesita no solamente de una enorme carga de energía, sino también de mucho entusiasmo e inteligencia porque estamos comprometidos con la tarea divina de formar personas.
Educamos a nuestros estudiantes mucho más por lo que somos que por lo que decimos o lo que hacemos porque la educación constituye una manera de vivir, no solamente una profesión ó una actividad más de nuestra vida. Y si lo que queremos es que nuestros estudiantes aprendan lecciones de vida, trabajemos entonces intensamente con ellos para que el aprendizaje sea realmente una experiencia vivida, significativa, llena de creatividad y de placer.
En este estudio se desarrollarán dos puntos importantes en este arte de educar jóvenes: el aspecto humano y la utilización de las T. I C. en los cursos de lenguas. Combinar estos dos aspectos de manera eficiente y provechosa es uno de los desafíos fundamentales para nuestra profesión, en nuestros días.