Enrique Solinas
Las antologías poéticas, como instrumentos canonizantes, han dedicado un reducido espacio a las poetas mujeres —hecho que las ubica en los márgenes de la literatura nacional y que refleja el ámbito público y cotidiano—. Las diferentes conquistas del sector femenino, invariablemente, han llevado a la esencial valorización que su producción de poesía merece. Aún así, la lucha de las mujeres por obtener reconocimiento se inscribe en un marco de causas políticas y sociales donde los hombres —desde tiempos remotos hasta los comienzos del siglo XX— ejercieron su superioridad a punto de determinar la forma y el lugar para que la poesía femenina existiera. Si analizamos la Antología de la poesía femenina argentina (1930), de José C. Maubé, la Antología esencial de la poesía argentina (1981), de Horacio Armani, y 200 años de poesía argentina (2010), de Jorge Monteleone, podemos trazar la evolución del género femenino y su producción literaria, así como los condicionamientos para ocupar un espacio construido por nuestra cultura patriarcal.