En el complejo campo intelectual en el que se ubican los escritores consagrados de la Generación del ochenta, Eduardo Gutiérrez se posiciona en las márgenes de dicho sistema e instala una serie de tensiones y polémicas que son registradas por la crítica de ese momento. Por tal razón, podemos calificarlo apropiadamente como un outsider entre los miembros de su generación. Folletinista, apologista del crimen y de la insurrección popular, mercader de la literatura, entre otras acusaciones, han sido argumentos que históricamente han contribuido a desestimar su obra. En esta ponencia proponemos revisar dichos juicios descalificadores y analizar en qué medida la obra literaria de Gutiérrez da cuenta de los conflictos e inestabilidades que genera la emergente modernidad; cómo impacta esta experiencia en los sectores populares y cómo se establecen hibridaciones entre el circuito de la literatura culta y la popular, como síntoma de un incipiente proceso de democratización cultural. Focalizaremos nuestra atención sobre el ciclo de las novelas policiales del autor y, particularmente, sobre el texto Los grandes ladrones (1881), a partir del cual analizaremos cómo se representa el bandolerismo urbano y la crítica política implícita que subyace en la obra.