Barcelona, España
El texto de La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades lleva al lector a hacerse una serie de preguntas que aparentemente no tienen respuesta: ¿por qué cambia de interlocutor el escritor en el último párrafo del prólogo?, ¿quién es ese “vuestra merced” del que nada se nos dice, y de qué “caso” quiere que le informen?, ¿por qué acaba su relato Lázaro tras contar la conversación que tuvo con el arcipreste de San Salvador y no con un hecho esencial de su vida? Solo una lectura atentísima del propio texto y una cadena de deducciones lógicas permiten contestarlas y devolver el sentido a la obra, que nos ha llegado a nosotros sin el “argumento”, que ofrecía la clave de lectura. Así también se entiende la persecución inquisitorial, que siempre incluyó el texto en el índice de libros prohibidos. El Lazarillo es una aguda sátira erasmista contra miembros corruptos de la Iglesia, necesitada de reforma; y no fue escrito hacia 1550, sino veinte años antes, como indican las fechas históricas que enmarcan el relato: hay que dar la palabra al propio texto.