Murcia, España
La presencia real y simbólica de los caminos —polvorientos, rurales, pedregosos— en la obra de Rulfo resulta ineludible. Ya en el primer relato de El llano en llamas (1953), «Nos han dado la tierra», el narrador plantea el motivo del viaje, del caminar, como un estado físico y espiritual de perpetuo peregrinaje, para llegar casi siempre al mismo lugar: al espacio de la desolación. En el vaivén entre la esperanza y el nihilismo, Rulfo plantea el tránsito como un estadio anímico decisivo: en su narrativa prevalece siempre ese «caminar» (...)