En el poemario Érase una vez al-Ándalus, del costarricense Laureano Albán, el sujeto lírico recorre siete ciudades andalusíes (Málaga, Almería, Sevilla, Granada, Madīnat Bastha, Alcalá de Henares y Alicante), ensoñándolas poéticamente y relacionando cada una con un elemento simbólico (el mar, la piedra, el aire, la noche, la transparencia, la torre y el castillo respectivamente), en medio de su intuición, revelación y contemplación de verdades existenciales, filosóficas y místicas. El viaje físico y onírico por estas ciudades permite al sujeto lírico experimentar, desde lo cotidiano, lo inmanente y lo histórico, lo sagrado, lo trascendente y lo poético en torno a la herencia cultural hispano-musulmana, voz partidaria de la memoria multidireccional, sincretismo cultural e identidad barroca del ser hispánico, según la idea albaniana de hispanidad propuesta en Infinita memoria de América.