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Silvia Monti 
, Eduardo Pérez-Rasilla Bayo
En opinión del conocido estudioso italiano Marco De Marinis, el siglo XX ha sido una edad de oro para el teatro occidental. Il teatro dopo l’etá d’oro titula su reciente volumen que esboza un balance de las experiencias teatrales del siglo pasado de cara a la actualidad. Acosado por la competencia de los más poderosos medios audiovisuales y dado en varias ocasiones por muerto o moribundo, el teatro ha experimentado a lo largo del siglo XX una evolución constante que ha llegado en algunos casos a introducir cambios radicales en la representación escénica. No se trata solo de innovaciones estructurales, como la aparición de la figura del director de escena, el nuevo papel del actor y del público, o bien estéticas, propiciadas por los avances técnicos, sino también y quizá sobre todo, de una revolución de tipo ético: el teatro nunca se había interrogado tanto acerca de por qué hacer teatro y para quién hacerlo, nunca había puesto en el centro de su reflexión la naturaleza política de su esencia.
