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La migración no es sólo un desplazamiento geográfico, es también la manifestación de luchas socio-culturales. De allí que su representación despliegue una estética particular. A través del análisis de producciones culturales como Abril Rojo de Santiago Roncagliolo (2006), intervenciones como la “La Lucha” de Amapola Prada (2011), “Lima no existe” de Raura Oblitas (2014) y la exhibición itinerante Micro-museo (1997-2014), describo una estética que echa mano de materiales y temas simbólicamente contaminados. Esta estética yuxtapone elementos característicos de la pequeña burguesía y elementos de la cultura migrante emergente frecuentemente percibida como baja cultura o cultura marginal. Dicha estética genera un encuentro violento de símbolos de estatus social y formas artísticas migrantes. Tal estética no trata de representar sino más bien de presentar las fricciones entre la llamada cultura tradicional y culturas emergentes. Sus imágenes no buscan tanto cuestionar o celebrar conceptos como mestizaje o hibridez, en cambio sí de mostrar la simbiosis de diferentes patrones culturales y, al hacerlo, reflejan nuevas formas de percibir lo nacional.
