Este artículo explora el perfil del Conde de Lautréamont que Rubén Darío describe en sus libros Los raros, con un enfoque en las polémicas sobre los estudios transatlánticos y el debate de ideas entre ambos lados del océano. Se propone una perspectiva nietzscheana, con la individualidad de lo apolíneo y la universalidad de lo dionisíaco, en especial en el sentido de la musicalidad de las obras poéticas de Darío y Ducasse. Tomando en cuenta las teorías literarias de Franco Moretti y de Julio Ortega, además de las críticas de Abril Trigo, el poeta se proyecta como un modelo de lo transatlántico como un negociador de paradigmas unificadores y al mismo tiempo divergentes.