Salamanca, España
La presencia en el lenguaje de un importante componente de poder nos lleva necesariamente a la consideración de la dimensión ética implícita en las tareas que se repiten en cada uno de los actos verbales en que participamos. Cualquier especialista en un ámbito del saber debe ser consciente de cómo funciona el lenguaje en muchos aspectos que directamente le afectan, de cómo la selección de los elementos y su combinación —estén éstas más o menos automatizadas— han de ir dirigidas a la adecuación de un mensaje que no desoriente a su interlocutor.
En este artículo se propone una reflexión sobre unas tareas que no se llevan a cabo de una manera ingenua, sobre unos dominios en los que la palabra, además de servir para comunicar algo, tiene dos poderes: el de la acción y también el de la sugestión. Todo un mundo de hechos explícitos e implícitos entra en juego cada vez que alguien se decide a actuar por medio del lenguaje. Un mundo de intenciones y expectativas, de colaboración y compromisos, al que el médico no puede dar la espalda.
The fact that language is comprised of an important power component brings us, of necessity, to reflect upon the ethical dimensions of the tasks involved in each and every verbal act we engage in. Specialists in any field should be aware of how language works in many ways that directly affect them, of how the choice of elements and their combination—regardless of how mechanized they may be—should be geared toward crafting a message that does not mislead the interlocutor.
This article puts forth ideas on certain tasks that are not performed naively, on domains in which words, besides conveying a message, have two types of power: the power of action and the power of insinuation. An entire universe of explicit and implicit events comes into play whenever someone decides to act by making use of language. It’s a world of intentions and expectations, of collaboration and commitments, which a physician cannot ignore.