Stanley H. Brandes
Aunque como espectáculo público se celebra la tauromaquia en numerosos lugares del sudeste europeo y en gran parte de Sudamérica, es en España donde se les ha otorgado una mayor importancia y carga política, cultural y simbólica. No es fácil categorizar la tauromaquia. Para sus aficionados es un arte; para sus detractores es una exposición cruel del maltrato animal. En España la lidia se televisa y se les otorga una categorización como deporte más o menos neutral. Denigradas por una parte del pueblo, y veneradas por la otra, la tauromaquia sigue provocando mucha polémica; de hecho, más que nunca. En primer lugar este artículo analiza las reacciones que se produjeron en los medios de comunicación sobre la muerte del torero Víctor Barrio en 2016 —el primer herido mortal en una plaza de toros durante nuestro siglo. Para alguna gente Barrio era —y sigue siendo— un héroe. Para otras personas, sin embargo, el verdadero héroe era —y sigue siendo— el toro, que acabó saliendo triunfante de una sanguinaria pelea contra un cruel enemigo humano. El artículo prosigue con un análisis de la oposición a la tauromaquia por parte de tres sectores interrelacionadas de la sociedad española: (1) nacionalismo catalán; (2) españoles que se identifican con una Europa nueva que consideran más progresiva y civilizada que la España tradicional; y (3) animalistas o activistas de los derechos de los animales. El artículo se cierra con el comentario de una serie de actitudes públicas y sentimientos nacionalistas hacía otros espectáculos públicos en los que los toros participan de forma activa, como los “correbous”, en Catalunya, o el espectáculo del toro embolado.
Although the bullfi ght as a public spectacle extends throughout southwestern Europe and much of Latin America, it has attained its greatest political, cultural, and symbolic salience in Spain. It is not easy to categorize the bullfi ght. For its defenders, it is an art, for detractors a cruel public display of animal abuse. In Spain, bullfi ghts are televised on sports stations, which allows for their more or less neutral categorization as a sport. Reviled by some segments of the Spanish populace, revered by others, the bullfight is highly controversial, more so today than ever. This article begins with an examination of media reactions to the very first mortal casualty in the bullring during the current century: the death of torero Víctor Barrio in 2016. To some commentators, Barrio was a hero. To others, however, the fighting bull was the hero, a victor in a bloody battle against a vicious human enemy. The article continues with an analysis of opposition to bullfighting from three overlapping sectors of Spanish society: (1) Catalan nationalists, (2) Spaniards who identify with the new Europe, which they consider more advanced or civilized than traditional Spain; and (3) animalistas, or animal rights advocates. It concludes with public attitudes and nationalist sentiments towards other bull-related public spectacles, especially the Catalan correbous ,or traditional bull-running, some versions of which involve setting a bull’s horns on fire and chasing the flaming animal through town streets.