Por primera vez, hacia 1964 el régimen de Franco se planteó el problema de la pluralidad lingüística hispánica. En consecuencia, desde el ministerio comandado por Manuel Fraga Iribarne se elaboró el discurso de un cierto reconocimiento del catalán, idioma que se quería compatible con el mantenimiento del régimen franquista. Dicho discurso, de todos modos, se vió desbordado por el cambio social y cultural por el que atravesará Cataluña, simbolizado en el asentamiento de un potente mercado editorial en la lengua propia del país. El estatus de oficialidad que le era escamoteado a la lengua catalana, además, tendrá el contrapunto en el rango adquirido por la lengua histórica de los catalanes dentro del ámbito eclesial, resultado de la aplicación de las disposiciones del Concilio Vaticano II en relación a los denominados “idiomas vernáculos.”
Around 1964, the Franco regime raised for the first time the problem of Hispanic linguistic plurality. As a consequence, the ministry led by Manuel Fraga Iribarne allegated a certain recognition of Catalan, a language that was not meant to be compatible with the maintenance of the Franco Regime. This discourse, however, was overwhelmed by social and cultural change that swept across Catalonia, symbolized by the establishment of an important publishing market in the country’s own language. The official status that was denied to the Catalan Language was however counterbalanced by the rank acquired by the historical language of the Catalans in the ecclesial sphere, as a result of the application of the Second Vatican Council in relation to the so-called “vernacular languages.”