Daniel Vives Simorra
Poema del viaje y de la errancia, la “Epístola a la señora de Lugones” es uno de los textos mayores de Rubén Darío, aunque no es el más citado o comentado. Nuestra lectura insistirá sobre la tonalidad coloquial del retrato del artista en homo viator, desde su refugio en Mallorca. La epístola asocia la información, la narración, la auto-ironía y acoge ampliamente tanto el plurilingüismo como una abundante onomástica y toponimia. El discurso, la versificación, el ritmo contribuyen conjuntamente a un lirismo de la cotidianeidad que expresa, de modo ejemplar, el ideal frecuente de la ‘Isla de Oro’ en la obra de Rubén Darío. Esta ilusión es una aspiración ‘mediterránea’ en un sentido no sólo ético, cultural o poético sino también etimológico de la palabra: un mar entre tierras, una tierra entre mares. Así presenta el hablante el cosmopolitismo de la isla de Mallorca, una isla a imagen y semejanza de la naturaleza ‘insular’ de su tierra natal (entre el Pacífico, el gran Lago de Nicaragua y el Atlántico).