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Luis Perdices Blas, José Luis Ramos Gorostiza
Los viajeros hispanoamericanos que visitaron España entre 1890 y 1936 ofrecieron una imagen socioeconómica del país alejada de los clichés pintoresquistas y los tópicos sobre el ‘irremediable’ estancamiento español, tan extendidos en la Europa decimonónica. Desde una mirada informada—propia de personas cultas y cosmopolitas que conocían el idioma, la historia y las tradiciones—transmitieron la visión global de una nación ‘en marcha’, sujeta a una importante transformación socioeconómica, que reducía su atraso relativo y resurgía intelectualmente. No obstante, por un lado, identificaron una serie de importantes problemas pendientes que amenazaban la continuidad de su desarrollo. Por otro, constataron la fuerte dualidad del país: una España litoral—liderada por Cataluña—dinámica, moderna y abierta a intercambios con el extranjero, frente a una España interior—especialmente representada por Castilla—más anclada en el pasado y que suscitó opiniones ambivalentes. También hubo cierta dualidad en la comparación entre Barcelona y Madrid.
