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David Baumgardt
Señala la divergencia de impulsos que desde hace milenios representan los griegos situando al pensamiento humano libre de toda traba, y los judíos basando toda su grandeza en la fuerza de sus sentimientos religiosos. La cultura europea recibió de los primeros los métodos científicos y de la religión judía y hermanas sus categorías religiosas.
Los intentos de unificación de fe y ciencia son antiguos, pero ningún pensador hasta Maimónides ha puesto tan a la vista ese durísimo contraste entre la fe intolerante y la ciencia y ha logrado conciliarlo en la mayor armonía. Na die como Maimónides, tampoco, llegó a unificar la armonía entre el expositor y el creyente, resolviendo ese trágico problema de sufrimiento universal.
La Mischna Tora, obra religiosa de Maimónides, es una codificación de conjunto del ceremonial talmúdico que se reciente de extricta ortodoxia y por el contrario la More Nebuhim o Guía de los descarriados. (Dalat al Hairin, en árabe, su título original) es la obra de espíritu más religioso aparecida en sus tiempos.
Haciendo un recorrido sobre la influencia de Maimónides en ios siglos posteriores, sobre todo en la asociación de conocimiento de las extrictas leyes de la Naturaleza con la Fe, recuerda el título que se le ha dado de aNer Hamaravi», la más hermosa luz de la reconciliación.
En el último apartado estudia el autor la gran importancia actual, en el pensamiento europeo moderno, de los lazos de unión entre Fe y Ciencia que anudó Maimónides, quien en estos conceptos muestra su más íntima relación objetiva con Kant, llamando a ambos grandes racionalistas por degradar la fuerza imaginativa ante los principios de la inteligencia, conservando solo de aquella un justo medio cuando es depurada y limpia. Todo el pensamiento de Maimónides rezuma indignación contra supercherías, conjuros, excomuniones fáciles, falsas predicciones astrológicas, etc., mostrando en toda su vida sensibilidad, delicadeza, cariño y simpatía hacia toda persona humana.
Tras un emocionado recuerdo a las persecuciones y exilio que sufrió Maimónides desde niño, recuerda la armonía de su vida y la devoción constante a su patria que nunca olvidó, citando más de una vez a «nuestras ciudades de Andalucía», la hermosa tierra occidental que con Averroes y Maimónides dió a toda Europa pensamientos de reconciliación en todo tiempo necesarios.
