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Aunque la crítica ha establecido que los filmes de Vega se clasifican dentro del cine comercial, o como se maneja dentro de la terminología norteamericana la "sexploitation" 1 -las llamadas B movies, el cine de explotación o películas comerciales de bajo presupuesto-, sería difícil catalogarla como mera actriz de estos géneros, ya que Vega ha participado en filmes de corte estético2 bajo la dirección de Arturo Ripstein, Roberto Gavaldón, Catalina Isela Vega Durazo (tomado de https://debate.com.mx/show/No-soy-una-actriz-interesadaen-el-dinero-lsela-Vena-20170718-0361 html) Aguilar Mastreta o Jaime Humberto Hermosillo. La rebelión sexual-analizada por Susan Bordo-que la cantante norteamericana Madona ejercía sobre la audiencia como un acto innovador frente a la cultura visual en los años ochenta, se observa ya una década antes en los filmes de Vega como una posibilidad de representar a una mujer heterosexual independiente del control patriarcal y portadora de una sexualidad que definía, más que rechazaba, la mirada masculina al coquetear ella misma con una actitud deliberadamente vulgar, retando a cualquiera a llamarla prostituta, sin importarle cómo la gente la juzgara (268). Isela Vega ha dejado que ese personaje sea igual en todas sus películas, que manifieste la misma apetencia, el mismo desprecio por quienes la ven y por quienes no la ven, la misma gana de vivir y esta insolencia sensual es su marca de fábrica" (Fama 203-104). La imagen de la actriz está fuertemente ligada al constructo de la sexualidad femenina desde una postura subversiva,6 es decir, desde abajo como personaje de películas de las B movies, Vega logró alterar el orden social establecido desde la consolidación del Cine de Oro, modificar la estructura en cuanto a su contenido y discurso para dar paso a una nueva propuesta visual, abierta y libre de prejuicios.
