La noción de conceptismo, acuñada por diversos teóricos italianos del Seicento, constituye un aspecto menor dentro del pensamiento crítico-literario del período barroco, porque Aristóteles, Horacio y Quintiliano concedieron un valor limitado a las nociones de acutum e ingenium, base del conceptismo. Dentro de España, Gracián expuso su teoría sobre el concepto en Agudeza y arte de ingenio (1642–1648), presumiblemente inspirado en Mateo Peregrini. Pese al realce que otorgó al concepto, en la práctica Gracián lo puso al servicio del docere, reflejo de una formación clásica que le llevó a desdeñar el Polifemo y las Soledades. Por su parte, Góngora no ofreció ninguna explicación teórica de su brillante estilo conceptista, pues, a diferencia de Lope de Vega, Jáuregui, Quevedo o Carrillo, no escribió páginas de teoría literaria. Ya en el siglo XVII hubo opiniones contrarias a una concepción meramente formal de la literatura, y tales actitudes deben ser valoradas como parte del permanente debate en torno a la finalidad de la literatura y el equilibrio entre la imitación de la realidad y la belleza formal.