En este ensayo se explora la naturaleza de la luz en términos de experiencia personal, pero también sus implicaciones emocionales, poéticas y filosóficas. Aun cuando no se cite a Platón, el mito de la caverna es discutido implícitamente, en cuanto al sentido de la luz como aquello que literalmente ilumina y crea pertenencia, y al mismo tiempo también produce las sombras, que no son —en este ensayo— el pálido reflejo de la realidad, sino las huellas únicas y efímeras de un auténtico ejercicio de memoria.