Israel V. Márquez, Elisenda Ardévol Piera
Durante los últimos años los denominados youtubers se han convertido en nuevas figuras mediáticas que han conseguido atraer la atención del público, especialmente entre los usuarios más jóvenes. A partir de un estudio empírico en el que entrevistamos a jóvenes seguidores y realizamos una observación online de algunos de sus canales favoritos (septiembre 2016–mayo 2017), en este artículo nos interesa explorar una cuestión que se reveló especialmente significativa en el caso de los youtubers españoles: el uso regular de insultos y palabras malsonantes en muchos de sus vídeos. Argumentamos que esta “malhabladuría” es considerada por estos creadores de contenido como parte de su personalidad y marca de “autenticidad” que los conecta con su audiencia juvenil. Esto se hace aún más evidente cuando surge un conflicto de intereses, de tal modo que los propios youtubers consideran que cambiar su forma de hablar para responder a los requerimientos de las grandes corporaciones que los acogen y patrocinan puede suponer dejar de ser “ellos mismos” para devenir un producto comercial más. Nuestro análisis muestra esta tensión entre mantener su autenticidad o rendirse al mercado, de forma que la “malhabladuría” pasa a convertirse en una forma de resistencia.
In recent years, so-called YouTubers have become new media celebrities who have managed to attract the attention of the public, especially young audiences. Drawing on an empirical study based on interviews with teenagers and young people and an online observation of the YouTube channels they followed (September 2016–May 2017), this paper focuses on a particularly significant issue in the case of some Spanish YouTubers that attract these young audiences: the regular use of swear words and bad language. We will argue that for these YouTubers, this bad language constitutes their distinctiveness and a hallmark of “authenticity” that helps them connect with their young audiences. As we will show in our analysis, they express tension when required to change their speech by the media corporations that host or sponsor them, feeling that this is an attack against their persona, so the bad language becomes a form of resistance.