Emilio Orozco Díaz
Todo el que se enfrenta con la vida de Lope o con la vida de Góngora se siente no ya impulsado, sino obligado a plantearse el problema de las relaciones de amistad y enemistad, de estima y desestima, que mediaron entre ambos poetas. Y no sólo mueve a ello el hecho de contrastar dos grandes temperamentos distintos y dos actitudes estéticas contrapuestas, en las que, además, se enfrentan rasgos esenciales de lo castellano y de lo andaluz. La crítica se sentirá movida siempre a detenerse en esa relación por corresponder a dos genios cuyas psicologías interesan por sí mismas y para penetrar en la intimidad de sus creaciones y, además, porque esas relaciones son algo cambiante, contradictorio y complejo, que nos arrastran a adentrarnos en busca de una explicación de esa complejidad de lo humano y, en consecuencia, de lo estético y de lo español.