Acceso usuarios
Mirian Pino
La literatura de hijos de detenides desaparecides, entre las que se cuentan la de Raquel Robles y Josefina Giglio, que atravesaron la experiencia traumática de la última dictadura argentina cívico militar eclesial empresarial en 1976, ha sido objeto de múltiples abordajes por parte de la crítica vernácula (Reati, Domínguez, Basile), o extranjera (García Díaz, Bolte, Gatti, et al). En este estudio nomino al colectivo como minúsculas con el fin de desplazar el carácter institucional que si bien es importante puede llegar a reducir la perspectiva que intento desplegar. Perspectiva que se centra en interrogar qué aporta la escritura de hijes de desaparecides en términos de complejidad a los estudios literarios en el marco de la articulación memoria-literatura. Así, advierto un cúmulo de escrituras, ya sean en el múltiple arco de la narrativa o poesía, donde la asunción de la voz que enuncia, en algunos casos, trabaja la experiencia en primera persona a partir de estilos ya registrados en la literatura, aunque las vivencias de les autores potencian escrituras difíciles de colocar en corrientes literarias precisas. Como si la literatura fuera a visibilizar la tensión misma que implica su politicidad a partir de las voces narrativas con un pie en la experiencia vivida y otro en el laboratorio creador; también es preciso señalar que dicha experiencia coloca a la política estatal como nodo central ya que reconfiguró la vida no solo de los autores sino de toda sociedad, en este caso argentina. En las novelas seleccionadas estamos frente a lo que Jacques Rancière (2015, 2011) entiende como un principio de acción, a partir del cual ni la literatura ni los lectores podemos estar alejados de un nuevo ethos. A partir de este es posible conectarnos con ciertas experiencias que se desprenden en este caso de ambas novelas y que afectan nuestra percepción de la realidad y de la historia. La literatura argentina, nacida en el seno mismo del estado-nación, no es la misma luego que los hijos una vez que intervinieron la calle en la segunda mitad de la década de los 90 del siglo pasado para pedir justicia, toman la palabra en el nuevo milenio y escriben experiencias que nos afectan a todos, y que remodelan los modos de pensar lo política, la literatura y la historia.
The literature of the children of forced disappeared victims, including that of Raquel Robles and Josefina Giglio, who went through the traumatic experience of the last Argentine civic-military ecclesial business dictatorship in 1976, has been the subject of multiple approaches by vernacular critics (Reati, Domínguez, Basile), or foreign (García Díaz, Bolte, Gatti, et al). In this study, I name the group as lowercase in order to displace the institutional character that, although important, can reduce the perspective that I am trying to display. This perspective focuses on questioning what the writing of children of the disappeared contributes in terms of complexity to literary studies within the framework of memory-literature articulation. Thus, I notice an accumulation of writings, whether in the multiple arc of narrative or poetry, where the assumption of the voice that enunciates, in some cases, works the experience in the first person from styles already registered in literature, although the experiences of the authors enhance writings that are difficult to place in literary trends. As if literature were to make visible the very tension that its politicity implies from the narrative voices with one foot in the lived experience and the other in the creative laboratory; It is also necessary to point out that this experience places state politics as the central node since it reconfigured the life not only of the authors but of all society, in this case Argentina. In the selected novels we are faced with what Jacques Rancière (2015, 2011) understands as a principle of action, from which neither literature nor readers can be far from a new ethos. From this it is possible to connect with certain experiences that emerge in this case from both novels and that affect our perception of reality and history. Argentine literature, born in the very bosom of the nation-state, is not the same after the sons once they intervened in the street in the second half of the 90s of the last century to demand justice, they speak in the new millennium and write experiences that affect us all, and that reshape the ways of thinking politics, literature and history.
