Joaquín González
En las antípodas de la negra ―que como es sabido es una parodia sacrílega de esta, ofrecida al diablo―, la misa que invitamos a leer es por completo un brindis a la fundada esperanza de que arribe hasta todos y así tome cuerpo un hombre nuevo.Puede vislumbrarse en su última creatura, a bote pronto y sin excesiva dificultad, cierta ilación con su libro anterior, El poema triste de Dios; pero mucho ojo, pues en la presente obra se acrecientan los pasos y nada más abrir el volumen se habla sin tapujos de los esclavos de la religión.