El diccionario latín-español de Bartolomé Bravo, el Compendium Marii Nizolii (Valladolid, 1619), se inspira, como puede deducirse de su título, en el repertorio de Nizzoli, pero además de esta obra el jesuíta segoviano debió contar con el diccionario de Ambrogio Calepino o con una edición plurilingüe del Nizzoli, inspirada en el Dictionarium del lexicógrafo bergamasco. En este sentido, no podemos olvidar que la parte española del diccionario de Calepino tiene mucho que ver con la obra de Antonio de Nebrija y que, por tanto, Bravo se nos presenta en última instancia como un eslabón más de la cadena lexicográfica iniciada por el sevillano un siglo antes.