En el soneto "Si hija de mi amor mi muerte fuese", Quevedo aúna belleza, originalidad y sobre todo, capacidad de combinar la mayoría de tradiciones amatorias: la poesía de cancionero> el petrarquismo algunas pinceladas de poesía elegíaca latina y fundamentalmente, una concepción neoplatónica del amor. Todo ello complementado con la corriente sacroprofana que por ejemplo había recogido anteriormente fray Luis de León: el platonismo teñido de cristocentrismo que el agustino teorizó principalmente en De los nombres de Cristo. La aparente contradicción de esta escuela con la elegía funeral latina constituye la paradoja central del soneto> cuyos versos ejemplifican una medida concordia oppositum poética pues Quevedo logra conciliar tradiciones y conceptos muy dispares.