A fuerza de tratar tan asiduamente en Morfologái de muchas y variadas unidades (morfemas, sustantivos, género, flexión, prefijos, conjunciones, etc), corremos el riesgo de caer en la dispersión. Para no perdernos en ella se ha planteado la cuestión de cuál es el objeto "propio" de la Morfología; siendo todas esas unidades tan nucleares, la adopción del término específico propio implicaba opciones de largo alcance, que emanaban de- y repercutían en - otros ámbitos lingüísticos, por lo que ni hubo ni hay unanimidad en tal adopción. Las preferencias han sido dos, y ambas, excluyentes: unas apuestan por el "morfema" y otras lo hacen por la "palabra". En este trabajo expongo que no ha lugar para la exclusividad; uno y otra son el objeto propio de la Morfología.