Más allá de las dudas y sospechas de algunos lingüistas y universitarios, el ADF -sin pretender la exclusividad- nos ofrece unos medios de análisis adecuados por una parte a la radical alteridad que atraviesa la enunciación (realidad adquirida desde hace bastante tiempo, aunque se haya convertido, hoy, en el descubrimiento de un nuevo mundo), y por otra a la naturaleza de los discursos sociales, Además, se reafirma así la ineludible presencia de un nivel esencial de lo político (objeto específico de nuestra lectura), ignorado con frecuencia por sus protagonistas o por los analistas: el plano lingüístico. Formalizando los hechos como lenguaje es como se puede ofrecer una lectura de los discursos sociales en el marco de una heterogeneidad constitutiva. Alojada en la modalización o en la inmediatez, la palabra política, convertida en escritura (trans)histórica, se presta a un análisis semilingüístico de acuerdo con los principios teóricos y con los esquemas conceptual del Análisis del Discurso Francés (en el sentido de que cada lectura efectiva supone un conjunto de hipótesis metodológicas y teóricas), a pesar de que esta palabra comprometida por naturaleza, retóricamente enmascarada, informada por una fuerza ilocutiva determinante, constituye una especie de discurso de difícil delimitación.