Jesús Botello
La estudiosa confiesa que comenzó la obra principalmente como un estudio de la relación entre la emblemática y las novelas cortas de Cervantes (en su opinión, el énfasis de ambas en la ejemplaridad, la brevedad y la unidad dentro de la diversidad justifican dicha aproximación), pero a medida que su estudio avanzaba, para d'Onofrio se hizo evidente la existencia de "divergencias esenciales" de la obra cervantina con respecto a la emblemática española, lo que motivó que al final se decidiera por estudiar las Novelas ejemplares de manera más amplia, explorando el impacto que la riquísima cultura simbólica del Siglo de Oro tuvo para Cervantes y sus contemporáneos (13). Asimismo, típico de una sociedad con un alto grado de religiosidad, y en la que pervivían modos medievales de exégesis, d'Onofrio recuerda que el símbolo durante la época se entendía de una manera principalmente teológica, pues se pensaba que Dios había dejado sus huellas por doquier en el mundo que había creado (31). La segunda parte ("Cervantes y la cultura simbólica de su tiempo"), más breve que la anterior, se compone de dos capítulos, en los que d'Onofrio se centra en el estudio de la emblemática y lo simbólico en la obra de Cervantes. De todos modos, con razón d'Onofrio recuerda que Cervantes nunca parece tener la intención de catequizar ni dogmatizar, prefiriendo siempre el valor de la lectura activa y el juicio individual y libre del lector (182). La tercera parte ("Estudios sobre las Novelas ejemplares") es la más extensa. D'Onofrio confiesa que no pretende llevar a cabo un análisis exhaustivo de cada una de las novelas, sino una síntesis global que permita apreciar estas "manifestaciones cercanas al simbolismo" (207). Así, la voluntad firme se representa mediante una roca; el dolor, como flechas o espadas que atraviesan el corazón; el tiempo, como un viejo lisiado, pero que lleva calzado con alas; la envidia como una fuerza personificada que se destruye a sí misma; la virtud como crisol; el gusano de seda como hacedor del daño a sí mismo; el pavo real como símbolo de la soberbia castigada, etc.