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Sabedor del nulo éxito que habían tenido algunos autores a la hora de intentar devolver a las tablas al personaje de Juan Rana una vez muerto Cosme Pérez (actor que le creó y encarnó), debido al grado de identificación que para el público habían llegado a tener ambos, el anónimo autor del Baile de la muerte de Juan Rana llevó a cabo, posiblemente, uno de los más audaces e ingeniosos conatos de "resurrección" escénica que se hayan acometido. Escrito muy presumiblemente en la primera mitad el siglo XVIII, el texto, que había permanecido inédito hasta este momento, conjuga el deseo del público por seguir disfrutando de Juan Rana, con el "rechazo" que a su vez le producía el hecho de que otro actor se atreviera a meterse en su piel. Para ello presenta a un personaje que. sin ser él, reúne todas sus características y cualidades: su hijo Juan Ranilla. Así, se cumplía a la perfección con la verosimilitud que el público exigía a este papel.
