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Jorge Eduardo Urueña López
El dolor se ha convertido en una condición sin la cual no podría comprenderse la historia y la crítica del arte contemporáneo en Colombia. Hablar de dolor implica reconocer el carácter sensible que tienen las experiencias de quienes han vivido, en carne propia, el conflicto armado y sus diversas aristas políticas. Una víctima, de alguna u otra manera, ha estado influenciada por aquella “dimensión sensible del acto creativo en medio de la guerra” (Urueña, 2020, p. 23). Por tanto, se presentan dos manifestaciones estéticas colombianas —Bocas de Ceniza (2003/2004) y Canto La Piedad (2019)—, con las cuales se coloca en entredicho el lugar de la historia y la crítica de arte a través de una lectura sensible de estas obras. En este sentido, el dolor no solo se reduce a una condición documental, también es memoria para resignificar la vida.
Pain has become a condition without which the history and criticism of contemporary art in Colombia could not be understood. Talking about pain implies recognizing the sensitive nature of the experiences of those who have experienced, in their own flesh, the armed conflict and its various political edges. A victim, in one way or another, has been influenced by that “sensitive dimension of the creative act in the midst of war” (Urueña 2020: 23). Therefore, two Colombian aesthetic manifestations are presented —Bocas de Ceniza 2003/2004 and Canto La Piedad, 2019—, with which the place of history and art criticism is questioned through a sensitive reading of these works. In this sense, pain is not only reduced to a documentary condition, it is also memory to resignify life.
