El polémico caso de violación en grupo de “La Manada” en 2016, Pamplona, España, trajo colosales consecuencias a nivel mediático, social y judicial. En un principio, la leve pena a los agresores por parte del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, que lanza una sentencia por abuso y no por violación, condujo a la indignación ciudadana que se lanzó a la calle en busca de justicia. La polémica del caso conllevó un bombardeo mediático que empleó diferentes estrategias (re)presentacionales para retransmitir y ficcionalizar el caso. Esta exposición en los medios de comunicación supuso una hipervisibilización mediática que corrió el riesgo de entrar en una epistemología violenta cuyo fin radicaba en el consumir imágenes y narrativas para el entretenimiento y el lucro económico. Frente a esto, la obra de teatro Jauría (2019) podría suponer una alternativa representacional de la violencia sexual. La obra funcionaría como un contrapunto a esa hipervisibilización mediática a través de la “recorporalización” de la violencia sexual. Mediante diferentes recursos dramáticos la obra se centra en el sentir la violencia desde un plano corporal, más que en el ver, reforzando, así, la empatía colectiva y presentando un camino alternativo a la insensibilización de los medios de comunicación masivos.
The controversial gang rape by “La Manada” in 2016, in Pamplona, Spain, had colossal media, social, and judicial consequences. Initially, the aggressors were charged a penalty only for abuse instead of for sexual aggression by the Superior Court of Justice of Navarra. This led to thousands of people protesting the verdict and taking the streets to demand justice. The controversial nature of the case triggered a media bombardment that employed different (re)presentational strategies to retransmit and fictionalize it. This exposure amounted to media hypervisibility, running the risk of entering a violent epistemology that aimed at the consumption of images and narratives for entertainment and financial gain. In contrast, the play Jauría (2019) can be seen as a representational alternative, one that functions as a counterpoint to media hypervisibility by “reembodying” sexual violence. By using different dramatic strategies, rather than observing violence, Jauría focuses on feeling it at a bodily level, thus reinforcing collective empathy and presenting an alternative to the desensitization resulting from mass media representations.