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Matías Lemo
El punto de interés es doble: por un lado, este pensador y el colectivo Colonialidad y modernidad/racionalidad entienden que la modernidad no ha acabado, ya que los patrones que la rigen siguen vigentes hoy en día; por el otro lado, y ensamblado con lo que acabamos de decir, conciben la modernidad como el entramado socio-político-económico-epistémico que permite la perpetuación de la colonialidad.1 Por ejemplo, cuando Fukuyama (El fin de la historia y del último hombre) habla sobre la extinción de la historia, este grupo no está en contra del diagnóstico, pero sí de los postulados pragmáticos que se derivan de concebir la historia como lucha de ideologías en un mundo basado en una democracia liberal que se ha organizado, tras el fin de la Guerra Fría, de manera irrevocable. Sin embargo, urge reconocer que han existido corrientes feministas funcionales a la modernidad, que buscaron ser contrahegemónicas, pero que conllevaron complicidades con el eurocentrismo y, por lo tanto, con la colonialidad y el racismo. Se trata de la relación de las múltiples dimensiones de desigualdades y de formas de opresión sobre la identidad, en sus planos individual y colectivo, al considerar, de manera exclusiva y excluyente, la etnia, la clase social y el género. Las relaciones entre estas ideas englobadas en la decolonialidad y el mundo ficcional de Massuh como expresión de la Nueva Narrativa Especulativa Argentina nos servirán como herramientas metodológicas para llevar a cabo nuestra tarea.
