Esta contribución propone una lectura de las figuraciones del deseo en la poesía de Ernestina de Champourcin de los años 20 y 30 del siglo pasado, desde la perspectiva de la filosofía de la vida de su época y principios actuales del pensamiento vital-materialista. La coincidencia entre deseo corporal, espiritual y poético tiene su modelo histórico- literario en el discurso místico. Situándonos en el marco teórico de los estudios postseculares y proponiendo la noción de lo «transsecular», abordaremos la estrecha relación entre la semántica vitalista y la reflexión metapoética en la poesía de Champourcin. Luego se destacará el motivo del camino como símbolo de una «mística urbana» y de una subjetividad dinámica del devenir. Finalmente, exploraremos la riqueza de significados del deseo, que en Champourcin siempre va más allá de la diferenciación entre una dimensión de los sentidos y una espiritual. Su persona lírica desea una unión universalizante, cósmica con el mundo que se dirige ya a un amado, ya a la naturaleza, a las cosas, a la poesía o también a Dios. Es precisamente la irisación indistinguible del objeto de deseo la que abre la lírica de Champourcin hacia una ética y una estética post-antropocéntrica, transsecular.
This article proposes a reading of the figurations of desire in Ernestina de Champourcin’s poetry of the 1920s and 1930s, from the perspective of contemporary vitalist philosophy and of current principles of vital-materialist thought. The coincidence between bodily, spiritual and poetic desire has its historical-literary model in mystical discourse. Situating ourselves in the theoretical framework of post-secular studies and proposing the notion of the «trans-secular», we will address the close relationship between vitalist semantics and metapoetic reflection in Champourcin’s poetry. We will then highlight the motif of the road as a symbol of an «urban mysticism» and of a dynamic subjectivity of becoming. Finally, we will explore the richness of the expressions of desire, which in Champourcin always go beyond the binary separation between the physical senses and the spiritual sense. Her lyrical persona desires a universalising, cosmic unity with the world that directs itself either to the beloved, or to nature, objects, poetry or even God. It is precisely the indistinguishable iridescence of the object of desire that opens Champourcin’s lyric to a post-anthropocentric, trans-secular ethics and aesthetics.