¿Qué sucede en un corral de comedias cuando se entona una jácara? A partir de una breve pieza cantada de Quiñones de Benavente, este trabajo propone ubicar el género teatral entremesado de la jácara dentro del ritual punitivo, esto es, más allá de los límites de la pura ficción literaria. La íntima relación que se produce entre el público del cadalso y el del patio de comedias se estudia aquí tomando como referencia una hipotética pero verosímil reconstrucción de la interpretación de la Jácara de Isabel, la ladrona (1645). La representación de la criminalidad entraña, como se argumenta, la creación de un espacio liminal en el que público y actores se vuelven, también, susceptibles de participar en el ritual judicial. Así, el espectáculo de una jácara en directo desborda el texto que la contiene: mediante un proceso de identificación con los jayanes, se prolonga la sombra del poder judicial sobre el público teatral. No obstante, el tono estoico de la jácara y la sorna que la caracterizan amenazan, permanentemente, con desviar a los espectadores de asumir como propia la reprehensión moral de la que son, en teoría, objeto.
What happens in a «corral de comedias» when a «jácara» is intoned? Based on a short sung piece by Quiñones de Benavente, this paper proposes to place the interluded theatrical genre of the «jácara» within the punitive ritual, that is, beyond the limits of pure literary fiction. The intimate relationship between the audience of the scaffold and that of the «corral de comedias» is studied here taking as reference a hypothetical but plausible reconstruction of the performance of the Jácara de Isabel, la ladrona (1645). The representation of criminality entails, as argued, the creation of a liminal space in which audience and actors become, also, susceptible to participate in the judicial ritual. Thus, the spectacle of a live «jácara» overflows the text where it is contained: through a process of identification with the «jayanes», the shadow of judicial power is prolonged over the theatrical audience. Nevertheless, the stoical tone of the «jácara» and its mockery threaten, permanently, to divert the spectators from assuming as their own the moral reprehension they are aimed to.