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El caso del cronista oficial de Aragón ofrece un rico material para analizar el proceso de escritura de la historia por la abundancia de fuentes que aportan información sobre su actividad a lo largo del tiempo y en particular sobre la relación con sus patrocinadores y entidades censoras. Al insistir en la heteronomía del trabajo intelectual y en la forma en que la estructura agregativa de la monarquía y, por tanto, los intereses disonantes de los colectivos involucrados en la narración de los anales encorsetan la actividad del cronista, intentamos definir este arte específico de la escritura de servicio historiográfico, recurriendo a la noción de prudencia, presentada como lo que permite encontrar la justa articulación entre verdad y utilidad. El análisis supone así que la definición de la historia toma en cuenta la dimensión institucional y material del trabajo del historiógrafo, así como el tejido relacional multiescalar dentro del cual se insertan sus operaciones de escritura.
