En los días de luna llena, los mesoamericanos vieron en ella la oscura figura de un Conejo. Dice el Popol Vuh que este sagaz animalito, simulando ser una pelota, ayudó a los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué en Xibalbá, el inframundo. El «tío orejón» fue localizado, pues, en los cielos, en la tierra y en el subsuelo, atribuyéndosele, además, que ha existido desde los tiempos míticos de la Creación.