En 1868 Monja y casada. virgen y mártir de Vicente Riva Palacio inaugura una perspectiva sobre el pasado colonial respecto de las novelas antecesoras de Pesado y Sierra O'Reilly. En uso de su licencia de novelista fragua en el escenario colonial los personajes protagónicos inmersos en la exacerbación del sentimiento amoroso. Si para Hegel la primacía en la representación de los conflictos sentimentales lesionaba el equilibrio estético de las obras románticas, en la novela de Riva Palacio buscan la conmoción del lector ante los extravíos del régimen colonial. La novela pone en crisis el pasado oscuro y resalta puntos luminosos congruentes con el proyecto político del liberalismo.