En los entremeses Cervantes pone en duda las ideas recibidas sin sustituirlas. Consigue este efecto mediante ambigüedades verbales que con el ritmo rápido de la farsa pueden pasar inadvertidas. Si se tiene presente esta técnica, una lectura cuidadosa de El viejo celoso revela que hacia el fin de la obra el marido se da cuenta de que le ha puesto los cuernos su joven esposa. Al solidarse contra la intrusión de la sociedad, los dos casados reconocen la necesidad de la hipocresía, el valor social preeminente. Así se pervierte el final clásico de la comedia: reintegración de los errantes con la sociedad, pero no vivirán felices. Lo mismo que otros entremeses cervantinos, El viejo celoso plantea la cuestión de la indisolubilidad del matrimonio cristiano.