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Antonio Gargano
El presente trabajo vuelve sobre el «desconcertado asombro» (Márquez Villanueva) que suscita en el lector el relato de Ricote (II, 54), en el que el morisco aplaude la medida real de la expulsión. En realidad, en su discurso se funden las dos instancias: frente a la justificación de la expulsión y la atroz crueldad, de la que los moriscos son víctimas, el discurso deja entrever un principio de protesta, al apelarse al principio de la libertad de conciencia. En conclusión, el discurso de Ricote debe leerse en su peculiaridad conflictiva, en cuanto oscila entre sumisión al poder y protesta política, razón de Estado y libertad de conciencia.
