En una sociedad violenta e injusta, Claudia Hernández y Jacinta Escudos utilizan la ficción como arma para combatir las fronteras identitarias y entre género. En el libro De fronteras de Hernández y El Diablo sabe mi nombre de Escudos aparece frecuentemente una irrupción de elementos violentos en las casas privadas, que, según Bachelard, es el lugar de dulzura y sitio central de la formación de la subjetividad. Sin embargo, los hogares en la creación de ambas artistas carecen totalmente de la capacidad de protección y, a menudo, ceden lugar a la violación, la muerte u otros elementos peligrosos. En este trabajo, indagaremos sobre el sentido de este tipo de escena, vinculándolo con la realidad social de El Salvador de posguerra. Planteamos que esta narración de la invasión al interior del espacio doméstico puede interpretarse como un acto de denunciar las fronteras sociales y rebelarse contra el orden patriarcal.
In a tumultuous and unjust society, Claudia Hernández and Jacinta Escudos utilize fiction as a means to challenge the boundaries of identity and gender. Within Hernández's De fronteras and Escudos’ El Diablo sabe mi nombre, a recurrent theme emerges: the intrusion of violence into private homes, which traditionally symbolize comfort and sweetness for being the nucleus of subjective development, as noted by Bachelard. However, in the narrative of both authors, these household spaces fail in their fundamental duty to shield their inhabitants, and instead, they become arenas for rape, death, or other dangers. This study aims to explore the significance of such depictions, situating them within the post-war reality of El Salvador. We argue that the portrayal of intrusion into the domestic sphere can serve as a form of social critique, challenging the patriarchal structures and societal divisions.