Arrondissement de Bordeaux, Francia
La temporalización de la historia, de los imaginarios sociales y de los regímenes de expectativa que, en palabras de Reinhart Koselleck, va a caracterizar la modernidad europea a partir de 1750, se origina en la experiencia inédita de una aceleración de las dinámicas políticas y de una creciente diferenciación entre las estructuras de los mundos pasados y las del presente. La teleología ilustrada y liberal (profecía de la verdad, pronóstico de la razón) se confronta a trastornos históricos que la someten a dura prueba. El tiempo acelerado «acorta los espacios de experiencia y pone en juego continuamente nuevas incógnitas, de modo que incluso el presente rehúye lo no experimentable, debido a la complejidad de estas incógnitas». En esta crisis del tiempo y del relato se sitúa la experiencia por Goya del desengaño como pathos de la incertidumbre radical ante un futuro impredictible y pesimismo activo, ante, por ejemplo, la cuestión de la democracia y el protagonismo del pueblo en armas. La disyunción de los tiempos cuestiona el horizonte de inteligibilidad de la historia y de su plano de objetividad.