La Revista Arjentina (1868-1872) reunió intervenciones críticas de diferentes profesionales del ámbito de las humanidades; en 1870, el sexto número de esta publicación incluyó un discurso de Aurelio Prado (1866), quien al hablar sobre los primeros pobladores de América manifestó su desconfianza respecto de los aportes que la filología podía efectuar al asunto. Dicha declaración desencadenó la reacción de otros dos intelectuales, cuyos pronunciamientos en entregas posteriores de la revista abrieron el juego de las disidencias.
El presente trabajo busca analizar el rol atribuido a la filología en el debate entablado por David Lewis (1870a, 1870b, 1870c, 1871) y Juan Mariano Larsen (1870a, 1870b, 1870c, 1870d). Según observamos, mientras Larsen ubicaba a la ciencia del lenguaje como una disciplina auxiliar y subsidiaria en el vasto terreno de la etnología (compuesta también por otros cuatro “géneros” de mayor peso), Lewis atribuía a la filología un lugar de privilegio en el área, concibiéndola como la condición de posibilidad para el estudio de los monumentos, las artes, las costumbres y demás elementos legados por la cultura de los pueblos antiguos.