No a raíz de la concesión del premio Cervantes, sino con motivo de un trabajo sobre la vergüenza de ser hombre, tuve ocasión de cruzarme con la obra del poeta Antonio Gamoneda, y en concreto con los versos que encabezan este artículo [1]. En ellos se resume bien lo que entiendo como una actitud vital que Gamoneda adquiere progresivamente en su vida; invitan a buscar las raíces de su vergüenza y su falta de esperanza. Estas palabras, vergüenza y esperanza, resultan clave en su obra poética. La recorren. Y nos abren un interrogante: ¿está la vergüenza, en la obra de Gamoneda, hermanada con la desesperanza?