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El presente estudio pretende analizar, a través de las obras Amores calabreses (2016) de Nora Mazziotti y Los sorrentinos (2018) de Virginia Higa, las relaciones entre Italia y Argentina que se han mantenido siempre vivas por el poder evocador de los objetos. Esto se puede verificar desde los inicios de la escritura migrante, que se remonta a la década de los noventa del siglo XX, cuando se publicó una multiplicidad de textos que gira en torno a un tema común. Son objetos que evolucionan en narrativas posteriores testimoniando el tránsito de un estado inicial de marginación en el que se encuentra el inmigrante a la opulencia alcanzada por las siguientes generaciones, como lo demuestra la exhibición de objetos lujosos. Nacidas de un momento creativo, las cosas dan vida a esa cultura material tan importante para la formación de los ambientes y las personas que las poseen. Cada casa es un pequeño museo ‒con sus hallazgos antiguos, comprados o heredados‒ donde sobresale el deseo de mantener una conexión privada con el pasado, con la historia de la familia y, en un sentido más amplio, con la evolución social. La recuperación de los orígenes italianos ya no es motivo de vergüenza sino de orgullo, y un estímulo en estos difíciles momentos de crisis como testifican claramente los dos textos analizados.
This study focuses on Nora Mazziotti’s Amores calabreses (2016) and Virginia Higa’s Los sorrentinos (2018) so as to investigate how the relations between Italy and Argentina have always been kept alive by the evocative power of objects. Since the beginnings of migrant writing in the 1990s, the publication of numerous texts revolving around a common theme has witnessed the recurrence of objects which evolve in subsequent narratives, thus testifying to the transition from the migrant’s initial state of marginalization to the opulence reached by the following generations and boasted through the display of luxurious objects. Arising from a creative moment, things give life to that material culture which is so important for the people who own them and for the formation of settings. Each house is a small museum ‒ with its ancient exhibits, whether bought or inherited ‒ where there is a clear desire to preserve a private connection with the past, with the family history and, in a broader sense, with social evolution. As shown by the two texts analyzed herein, the recovery of Italian origins is no longer a reason for shame, but rather for pride and encouragement in these difficult moments of crisis.
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