Madrid, España
Uno de los personajes más desconocidos dentro del universo dinástico de los Habsburgo es la princesa María Catalina Isabel de Austria (1658-1714). Hija natural de don Juan José de Austria y, por ende, sobrina de Carlos II, desarrolló sus primeros años de vida entre el Franco Condado de Borgoña, Milán y Castilla hasta que, en 1690, pasaría a residir en los Países Bajos españoles. Allí, establecida en el convento bruselense de Berlaymont, permaneció hasta su muerte. Ante sus constantes problemas económicos, la dama desplegó una activa labor de negociación cortesana para ver reconocido su estatus como persona de sangre real y asegurar el cobro de la pensión y las ayudas de costa que el monarca le concediese para su manutención. Su situación se complejizaría tras la muerte del último soberano madrileño de la Casa de Austria y el estallido de la guerra de Sucesión española. A partir de entonces no dudó en desplegar su agencia política tanto ante las Dos Coronas borbónicas como en las Provincias Unidas o la corte habsbúrgica de Barcelona e, incluso, enviando a su propio representante ante los plenipotenciarios del Congreso de Utrecht para que defendiera sus intereses.
One of the most unknown figures in the Habsburg dynastic world is Princess Maria Catherine Elisabeth of Austria (1658-1714). The illegitimate daughter of John Joseph of Austria and, therefore, niece of Charles II, she spent her early years in the Franche-Comté of Burgundy, Milan and Castile until she moved to the Spanish Netherlands in 1690. She remained in the convent of Berlaymont in Brussels until her death. In view of her constant financial problems, she actively negotiated with the Court of Madrid to have her status as a person of royal blood recognised and to ensure that she received the pension and the subsidies that the monarch granted her for her upkeep. Her situation became more complex after the death of the last Spanish sovereign of the House of Austria and the outbreak of the War of the Spanish Succession. From then on, she did not hesitate to deploy her political agency before the two Bourbon Crowns, the United Provinces and the Habsburg Court in Barcelona, and even sent her own representative to the plenipotentiaries of the Utrecht peace congress to defend her interests.