Santander, España
Los encuentros de don Quijote con el Caballero de los Espejos y con el Caballero de la Blanca Luna marcan dos hitos en la trayectoria de Alonso Quijano. El caballero, seguro de su identidad potencial, acaba dando paso a aquel que renuncia a la caballería andante para declararse enemigo de toda la caterva del linaje de Amadís de Gaula. La transición entre ambos articula, como señala Félix Martínez Bonati (116), una estructura sintagmática que implica un proceso de autoconocimiento por parte del hidalgo manchego y de reconocimiento de la realidad circundante. Esta estructura sintagmática se ve jalonada por una serie de encuentros con otros caballeros que suponen «un laberinto de espejos», en palabras de Roca Mussons (129-130), una serie de espejos que reflejan, de manera oblicua, las características del propio protagonista. Gracias a la confrontación especular con estos dobles quijotescos se produce el trayecto sapiencial que va del don Quijote vencedor del caballero de los espejos al Quijote crepuscular derrotado por el caballero de la Blanca Luna. El objetivo de este trabajo es analizar en primer lugar estos reflejos especulares que don Quijote va encontrando en su camino hacia la renuncia caballeresca para analizar posteriormente cómo la primera novela explícitamente quijotesca de la literatura alemana, el Don Quijote alemán (1753) de W.E. Neugebauer hace uso del recurso cervantino de la reduplicación especular para articular uno de los temas predilectos de la narrativa germana del siglo XVIII: la búsqueda de la identidad de un joven, inexperto e idealista protagonista.