Desde la Edad Media han florecido recopilaciones de ejemplos, cuentos de animales, fábulas grecolatinas traducidas al castellano…, y han sido transmitidas historias derivadas del Calila e Dimna y de otras obras de raigambre india. Tal vez el principal hito de la producción fabulística española pueda estar enclavado entre los siglos XVIII, XIX y la primera mitad del XX. En la Ilustración el apólogo estuvo llamado a educar y a deleitar a sus lectores, generalmente juveniles, con fabulistas dignos de elogio como Samaniego, Iriarte o La Fontaine. En épocas posteriores estas poesías fueron compuestas aún con más fervor, de acuerdo con finalidades instructivas, lúdicas y políticas, hasta que el venero fabulístico quedó aparentemente agotado hacia principios de la centuria pasada. No cabe, por ello, certificar la defunción del apólogo, que ha configurado una visión de la fauna todavía vigente en la literatura infantil contemporánea, en series de televisión, en el cine de animación y en los videojuegos.